¿Qué es casi tan elogiado y demandado como la rueda de oración en nuestra sociedad y tan poco practicado? Derecha: ¡pensamiento creativo! Después de todo, lo nuevo y lo diferente, como aparece con urgencia en muchas áreas de nuestras vidas, es siempre una suposición. Ya sea en los negocios o en la vida privada, en la gran política o en la vida cotidiana, pequeña o pequeña, cualquiera que intente hacer lo extraordinario camina sobre hielo fino. Problema: las ideas originales por sí solas no son suficientes. También hay que distinguir entre ideas buenas y útiles de las meramente bien intencionadas pero inútiles. Esto suele ser aburrido.
Como explican los neurocientíficos Roger Petty y Yodd Kennett en el artículo de portada de este número que comienza en la página 12, las redes cerebrales necesarias para los procesos creativos ya han sido bien investigadas. Sorprendentemente, se utilizan áreas que de otra manera tienden a representar a los oponentes: por un lado, la red de modo predeterminado, que se activa tan pronto como dejamos que nuestros pensamientos divaguen, y por otro lado, el estado de control cognitivo del circuito ejecutivo, que se localiza principalmente en el lóbulo frontal. Esta división del trabajo deja en claro que ser creativo significa esfuerzo mental, lejos de los clichés de inspiración repentina que llegan al genio.
Como enfatizó el psicólogo e investigador de creatividad Matthias Benedek en Graz en la Entrevista complementaria (p. 18), las ideas valiosas no son solo trabajo duro. Quien quiera promoverlo también debe eliminar los obstáculos que se interponen en su camino: por ejemplo, el peligro de ridiculizar ideas extrañas. O asumiendo que te comparas con grandes intelectuales como Einstein o Mozart. Las nuevas ideas siempre conllevan riesgos. Pero si queremos avanzar y marcar la diferencia, ya sea individualmente o como comunidad, son más indispensables hoy que nunca. Se basa libremente en el fantástico motivo del clásico de Lampedusa El leopardo: si todo sigue como está, todo debe cambiar.
Te deseo una buena lectura
Steve Ian