El volumen 66 de «The Nature Series», editado con cariño por Judith Shalansky, como suele ser el caso, no solo tiene una imagen de elefantes, sino también un adiós a ellos. A menos que algo fundamental en nuestro estilo de vida cambie pronto, los majestuosos animales pronto no se encontrarán fuera de los zoológicos.
Cuenta un cuento ligero
En cada página de la obra el lector siente que Rüdiger Schapper es un columnista y no un biólogo, y eso no perjudica en absoluto al libro, al contrario. Es un narrador profundamente arraigado, y su simpatía y partidismo con los elefantes está fuera de toda duda.
La gama de temas del libro abarca desde la religión hasta el género y la pena de muerte. Entonces uno aprende que los elefantes no juegan un papel con los cristianos y los judíos, pero con los hindúes gracias a Shiva sí lo hacen. Buda vivió siete almas en forma de elefante, y en el Corán está la historia de un elefante de guerra blanco, Mahmoud, del ejército yemení, que se negó persistentemente a tomar La Meca.
Schaper también se dedica en detalle a las impresionantes dimensiones de los genitales de los animales: el pene mide más de 1 metro de largo y el clítoris mide 40 cm. Los elefantes machos pueden satisfacerse con trompas, y no se ha informado nada de este tipo de elefantes hembras.
Pero Schaper también destaca las áreas más trágicas de la vida, especialmente los animales cautivos en los circos. Entonces sucede una y otra vez que los elefantes han tenido suficiente en algún momento, y salen y matan a la gente en vuelo. Hace unos 100 años, estas criaturas fueron condenadas a muerte y colgadas de grúas o asesinadas con electricidad. Mientras tanto, a los animales que escapan se les suele disparar directamente.
En el ideal de la belleza del elefante blanco, el autor ve una analogía con el racismo entre personas. Al hacerlo, compara la explotación y alienación de animales, africanos y nativos americanos por parte de los europeos. Critica duramente la codicia despiadada del marfil: según los relatos anteriores, 65.000 elefantes perdieron el alma debido a esto en el siglo XIX. Schaper también describe los procesos tecnológicos que ahora se utilizan para cazar cazadores furtivos, incluida la obtención de ADN en colmillos confiscados.